Sabía
qué línea manejaría este seminario, sin embargo, desconocía completamente las
posiciones en las que me pondría a nivel personal y académicas, las lecturas
hasta el momento realizadas. Donna Haraway era una autora para mí, hasta el
momento desconocida, pues aunque sabía algo al respecto de sus aportes al campo
filosófico, no sabía con exactitud cuáles eran, o a qué respondían, pero hoy,
de seguro tengo una apreciación más completa al respecto.
Haraway
hasta el momento ha sido una filósofa que me ha permitido volver a discusiones
a las que en algún momento puse muchísima atención, no tanto por los temas
académicos, sino más bien, por sus aportes a mi formación personal, política,
social y cultural. Mis acercamientos más considerables al feminismo fueron hace
un par de meses en los que quise, por puro gusto y voluntad, aprender sobre el
movimiento y sus aportes a mi vida en particular. Por ello, ahora que tengo la
oportunidad de estudiarlo con más herramientas académicas rigorosas, me
dispongo con toda gana a, como dirían por ahí, meterle la ficha al tema y al
curso en su amplitud.
Punto
y aparte
Me
encanta leer, siempre ha sido una de las cosas que más disfruto hacer, sin embargo,
me pasa algo curioso, no suelo tener buena concentración y vivo distraída,
siempre con la medio inconsciente costumbre de posponerlo todo, incluso
tratándose de aquello que me gusta y disfruto, como lectura, como el cine, como
la música y pa’ dejar bien claro, hasta la comida… ¿Porqué? Realmente no lo sé,
es parte de mi rutina, si a ello se le puede nominar de tal forma. Me habitué a
postergar, a dejar de último, e incluso declinar todo lo que considero
importante para mi construcción individual.
Cultivar
el gusto, cultivar las potencialidades de las que me considero participante, es
en mi opinión, fundamental para sobrevivir psicológica y emocionalmente en
cualquier entorno. Ahora, dadas las condiciones de aislamiento por la pandemia,
limito mis actividades a mi apartamento, de aquí no salgo sino a la tienda, y
siempre he visto en mis etapas de distanciamiento, algo valioso para compartir
conmigo misma. Estas etapas, como las llamo, suelen ser frecuentes, más allá de
las condiciones externas, como la pandemia actual, y por ello, se ha vuelto
frustrante para mí, no encontrar en mí una disposición más amplia de cuidado y
de trabajo personal en estos momentos, que aunque resulten caóticos en varios
sentidos, también me brindan la oportunidad de hacer las paces conmigo y
cultivarme.
La
tregua
Hacer
las paces significa, en mi contexto, que la procrastinación y la voluntad de
hacer, se den la mano, y cedan un poco para crear un tris de equilibrio que me
permita continuar, y veo, considerando el empeño que he tenido por los temas que se han manejado en el seminario,
un pequeño logro de aquella tregua. Por ello, llamo este diario Cambio de roles,
porque no sólo he logrado un cambio en mi disposición, sino porque he logrado
poner mis prioridades en tela de juicio para verlas desde fuera, y ver en este ejercicio,
una puerta a la autocrítica y de ahí, a la autoconstrucción.
Dando inicio a este ejercicio de retroalimentación, que por cierto considero muy importante dentro de nuestro proceso de aprendizaje y formación, me propongo responder a los interrogantes que me formularon las y los participantes del curso, en el marco de la lectura del correspondiente apartado del libro de Donna Haraway.
Así mismo, quiero agradecerles a todas y a todos por su participación y por sus aportes, espero haber logrado dar respuesta a sus inquietudes y dudas al respecto de mi ponencia.
Ponencia: Parcialización y
encarnación de la objetividad.
En
el siguiente texto, intento dar una visión general de lo que comprende el
apartado La persistencia de la vista,
perteneciente al capítulo 7 Conocimientos situados: La cuestión científica del
feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial, del libro Ciencia, cyborgs
y mujeres, de la profesora y filósofa (entre otras profesiones) estadounidense,
Donna Haraway. De este modo, me dispongo a dar una explicación de los conceptos
que la teórica más destaca dentro del apartado correspondiente.
Caracterización de la
vista:
La
vista, desde una mirada biológica, ha sido uno de los sentidos que más ha sido
cultivado por la especie humana, en función de él, se han planeado y ejecutado
diversas tecnologías de índole científica que asientan cada vez más su
esencialidad dentro del desarrollo del conocimiento científico. Por esto, la
vista no puede conformarse con una esquematización meramente biológica, y es
necesario hablar de ella desde ángulos más complejos, como lo es su función
desde estructuras de poder que configuran los cánones y parámetros de lo que es
conocimiento y lo que no, y asimismo, de lo que es científico y lo que no.
Sin
embargo, muy a pesar de los esfuerzos de los teóricos y los científicos por
salvaguardar la universalidad de tales parámetros, y postularlos como transparentes, Haraway arguye que tal
transparencia no existe, pues los considera cero inocentes. Por otra parte,
aunque dichos parámetros y enfoques se autodenominen transparentes, en verdad,
desde la postura de Haraway resultan irresponsables, definiendo esta
irresponsabilidad como la incapacidad de dar respuestas o cuentas sobre algo. (Haraway.
P. 328)
Ahondando
más en lo que se interpreta como inocente o transparente, podemos observar, que
se trata de un fenómeno que se ha extendido prácticamente a nivel global
alrededor de los discursos científico- tecnológicos. Dicha transparencia hace
que los lentes u ojos, haciendo caso al concepto transversal de este apartado,
se paren desde un punto, aparentemente imparcial, que sólo intenta dar cuenta
de los diversos descubrimientos científicos, ausentes, o más bien,
independientes de toda lucha y de todo límite y de responsabilidad sobre sus
hallazgos. Esta irresponsabilidad del ojo que observa, tiene una peculiaridad
aunada a una presunción de poder que responde a dinámicas masculinistas,
capitalistas y colonialistas del conocimiento. De este modo, nos encontramos
con la lucha más notable de Haraway en lo concerniente a la vista.
Desencarnación y encarnación
de la vista:
Tal
como en el parágrafo anterior se mencionó la irreductibilidad de la vista a
principios biológicos, es pertinente resaltar que la vista, en tanto sentido
corpóreo, ha dado saltos agigantados que ahora responden a exigencias de una
índole mucho más compleja. Diríamos entonces que, la desencarnación de la vista
gira en torno al desconocimiento de un origen o punto de partida concreto de
posicionamiento, desde el cual emergen las diversas teorías científicas y
tecnológicas que ostentan a la validación global de sus hallazgos, tomando
partido de la objetividad, como principio supremo de validación.
La
objetividad entendida desde lo que nos ofrece Haraway, podemos tomarla como la
encubridora de la irresponsabilidad de los monstruos que crean los científicos
en sus experimentos e investigaciones. Dicha objetividad es el punto perfecto
de imparcialidad del ojo observante, que se posiciona desde ninguna parte, es,
en términos de nuestra teórica, el ojo que marca pero que no es marcado. De
allí nace lo que identificamos como desencarnación de la vista, un fenómeno que
hace de los hallazgos científicos y tecnológicos, hallazgos puramente objetivos
que dan vigencia a lo que se considera conocimiento de un mundo aparentemente
<<real>>.
Ahora
bien, dicha objetividad, más allá de dar validez absoluta a los descubrimientos
científicos transparentes e inocentes, pone en marcha la verdadera apuesta de
Haraway. Ella ve en esta objetividad la falsa ilusión de realidad y de
imparcialidad que postulan los hallazgos científicos, como también, ve en ella
la oportunidad de la creación de una nueva epistemología y de una nueva manera
de hacer ciencia limitada que se haga responsable de sus hallazgos y de sus
teorías, pero que, al contrario de la objetividad universalizada, no responda a
una totalización, a unahegemonía ni a
ejercicios de poder.
Objetividad Encarnada:
Donna
Haraway devela en la objetividad científica una característica no inocente, que
aunque lo pretenda, contesta y responde a intereses capitalistas, militaristas
y colonialistas. A razón de esto, abre la puerta a una nueva manera de concebir
lo que es conocimiento, dando entrada a epistemologías que respondan a las
teorías globalmente subyugadas y reprimidas, no porque vea en estas una
posibilidad de totalización, sino porque son teorías que ponen de manifiesto un
mundo factico, es decir, un mundo real, con puntos de enunciación reales,
localizables, delimitados y finitos, que den cuenta de un conocimiento situado,
que no pretende imponerse como verdad absoluta, sino como una verdad
contingente a contextos y a condiciones espacio temporales que no distorsionen
el lente con el que se mira. Asimismo, no se trata de puntos de enunciación sin
un rigor de análisis igualmente alto a la universal, sino de unas
epistemologías y unos focos de posicionamiento críticos y autocríticos.
Así
bien, las luchas que han tenido lugar a lo largo del tiempo en la historia sobre
lo que es y lo que no es conocimiento, son en efecto, luchas sobre como ver
(Haraway. P. 333) Y a esto responde la propuesta de Haraway, a poner fin a
estas luchas por el poder sobre como ver el mundo. Sabemos de sobra que estas
posturas totalizantes no solamente configuran nuestros modos de ver, sino que
configuran simultáneamente nuestros modos de acción y nuestros modos de
relación con lo externo, donde nos encontramos con fenómenos de tal talante
como lo es la colonización del pensamiento, que da pie a concepciones de
dominación y subordinación, concepciones que no marcan solamente fronteras
conceptuales y/o teóricas, sino fronteras físicas, tangibles y hasta podríamos
decirlo, geográficamente localizables.
Ahora,
profundizando más en la propuesta de Haraway, es pertinente recordar, que así
como se paró en la frontera opositora de la desencarnación de la vista, le
apuesta enérgicamente a lo que corresponde a la encarnación de la misma. No se
trata pues, de una encarnación al principio biológico, sino a su acepción más
compleja, la científica y del conocimiento. Haraway propone una encarnación de
la vista a partir de, como se enunció antes, la localización de los puntos de
vista, dicha localización es una puerta abierta a las teorías contestatarias, y
de ese modo, reales, pues son teorías y modos de construir conocimiento desde
puntos de partida delimitados y por lo tanto, facticos, que a fin de cuentas
responderían a las necesidades contextuales de cada espacio y tiempo. En este
sentido, más que la construcción de conocimientos situados, a lo que Haraway le
apunta, sería a una nueva forma de objetividad, reformulando el término y
trasladándolo a escenarios donde haga las veces de la correspondencia real
entre los significados y los cuerpos inmersos en la investigación y el
crecimiento de conocimiento científico y tecnológico.
Conclusión:
Epistemologías del reconocimiento.
Para
concluir, resulta interesante la relación que Haraway plantea en el concepto de
objetividad. Si bien nos muestra una faceta de este concepto, como un concepto
fuera de todo alcance contextual o circunstancial, es realmente un punto clave
para pensar y reflexionar sobre los modos de relación entre el conocimiento y
el sujeto conocedor, sin embargo, es necesario tomar esta caracterización a la
luz de lo que más tarde esquematizará como objetividad encarnada, pues si bien
la introducción de esta resignificación del concepto, pone en tela de juicio lo
que se asume como conocimiento y la misma objetividad, saca muchos otros temas
de interés a relucir.
La
localización y el posicionamiento de los puntos de vista con los que se
construye y se evalúa el conocimiento en la propuesta de Haraway, plantea una
nueva lógica, que desde un punto de vista personal, podría cambiar sustancialmente
los modos y estrategias de investigación, no solamente a nivel científico y
tecnológico, sino también social. Tomando como referencia el texto El poder y la promesa del feminismo
ecológico de Karen Warren, vemos como las figuras masculinas, blancas y
poderosas adoptan un rol soberano de poder sobre la naturaleza y los cuerpos
marcados, en términos de Haraway, que se identifican con el reino de lo físico
(Warren. P. 238)
A
las mujeres, desde la postura de Warren, se nos ha otorgado un lugar que corresponde con el terreno de lo físico
mutable, características que no tienen compatibilidad con las verdades
absolutas e inmutables con las que se identifica la masculinidad. A razón de
este tipo de preceptos es que el sistema capitalista patriarcal se ha tomado
las libertades de crear diagramas verticales de superioridad e inferioridad,
donde más que la subordinación de las mujeres y de la naturaleza, se ha
subordinado el conocimiento que no ostente a un poder universal de validación,
o más bien, que no vaya en miras de la totalización de un conocimiento
universalmente aplicable.
Para
finalizar, quiero traer a colación, que estas nuevas epistemologías de las que
nos habla Haraway, podrían significar una apertura al reconocimiento de
comunidades y conocimientos históricamente marginados, que de ser científica,
tecnológica y culturalmente acogidos, serían el inicio de la difuminación de
las fronteras de opresión.
Bibliografía:
Haraway.
D. 1995. “Manifiesto para ciborgs: Ciencia, tecnología y feminismo socialista a
finales del siglo XX”. En ciencia, ciborgs y mujeres. La reivindicación de la naturaleza,
Madrid: Cátedra.
Warren.
K. 2004. “El poder y la promesa del feminismo ecológico” Naturaleza y valor,
una aproximación a la ética ambiental. Comp. Margarita Valdés. México D.F.
UNAM.