lunes, 11 de mayo de 2020

Parcialización y encarnación de la objetividad


Ponencia: Parcialización y encarnación de la objetividad.
En el siguiente texto, intento dar una visión general de lo que comprende el apartado La persistencia de la vista, perteneciente al capítulo 7 Conocimientos situados: La cuestión científica del feminismo y el privilegio de la perspectiva parcial, del libro Ciencia, cyborgs y mujeres, de la profesora y filósofa (entre otras profesiones) estadounidense, Donna Haraway. De este modo, me dispongo a dar una explicación de los conceptos que la teórica más destaca dentro del apartado correspondiente.

Caracterización de la vista:
La vista, desde una mirada biológica, ha sido uno de los sentidos que más ha sido cultivado por la especie humana, en función de él, se han planeado y ejecutado diversas tecnologías de índole científica que asientan cada vez más su esencialidad dentro del desarrollo del conocimiento científico. Por esto, la vista no puede conformarse con una esquematización meramente biológica, y es necesario hablar de ella desde ángulos más complejos, como lo es su función desde estructuras de poder que configuran los cánones y parámetros de lo que es conocimiento y lo que no, y asimismo, de lo que es científico y lo que no.
Sin embargo, muy a pesar de los esfuerzos de los teóricos y los científicos por salvaguardar la universalidad de tales parámetros, y postularlos como transparentes, Haraway arguye que tal transparencia no existe, pues los considera cero inocentes. Por otra parte, aunque dichos parámetros y enfoques se autodenominen transparentes, en verdad, desde la postura de Haraway resultan irresponsables, definiendo esta irresponsabilidad como la incapacidad de dar respuestas o cuentas sobre algo. (Haraway. P. 328)
Ahondando más en lo que se interpreta como inocente o transparente, podemos observar, que se trata de un fenómeno que se ha extendido prácticamente a nivel global alrededor de los discursos científico- tecnológicos. Dicha transparencia hace que los lentes u ojos, haciendo caso al concepto transversal de este apartado, se paren desde un punto, aparentemente imparcial, que sólo intenta dar cuenta de los diversos descubrimientos científicos, ausentes, o más bien, independientes de toda lucha y de todo límite y de responsabilidad sobre sus hallazgos. Esta irresponsabilidad del ojo que observa, tiene una peculiaridad aunada a una presunción de poder que responde a dinámicas masculinistas, capitalistas y colonialistas del conocimiento. De este modo, nos encontramos con la lucha más notable de Haraway en lo concerniente a la vista.

Desencarnación y encarnación de la vista:
Tal como en el parágrafo anterior se mencionó la irreductibilidad de la vista a principios biológicos, es pertinente resaltar que la vista, en tanto sentido corpóreo, ha dado saltos agigantados que ahora responden a exigencias de una índole mucho más compleja. Diríamos entonces que, la desencarnación de la vista gira en torno al desconocimiento de un origen o punto de partida concreto de posicionamiento, desde el cual emergen las diversas teorías científicas y tecnológicas que ostentan a la validación global de sus hallazgos, tomando partido de la objetividad, como principio supremo de validación.
La objetividad entendida desde lo que nos ofrece Haraway, podemos tomarla como la encubridora de la irresponsabilidad de los monstruos que crean los científicos en sus experimentos e investigaciones. Dicha objetividad es el punto perfecto de imparcialidad del ojo observante, que se posiciona desde ninguna parte, es, en términos de nuestra teórica, el ojo que marca pero que no es marcado. De allí nace lo que identificamos como desencarnación de la vista, un fenómeno que hace de los hallazgos científicos y tecnológicos, hallazgos puramente objetivos que dan vigencia a lo que se considera conocimiento de un mundo aparentemente <<real>>.
Ahora bien, dicha objetividad, más allá de dar validez absoluta a los descubrimientos científicos transparentes e inocentes, pone en marcha la verdadera apuesta de Haraway. Ella ve en esta objetividad la falsa ilusión de realidad y de imparcialidad que postulan los hallazgos científicos, como también, ve en ella la oportunidad de la creación de una nueva epistemología y de una nueva manera de hacer ciencia limitada que se haga responsable de sus hallazgos y de sus teorías, pero que, al contrario de la objetividad universalizada, no responda a una totalización, a una  hegemonía ni a ejercicios de poder.

Objetividad Encarnada:
Donna Haraway devela en la objetividad científica una característica no inocente, que aunque lo pretenda, contesta y responde a intereses capitalistas, militaristas y colonialistas. A razón de esto, abre la puerta a una nueva manera de concebir lo que es conocimiento, dando entrada a epistemologías que respondan a las teorías globalmente subyugadas y reprimidas, no porque vea en estas una posibilidad de totalización, sino porque son teorías que ponen de manifiesto un mundo factico, es decir, un mundo real, con puntos de enunciación reales, localizables, delimitados y finitos, que den cuenta de un conocimiento situado, que no pretende imponerse como verdad absoluta, sino como una verdad contingente a contextos y a condiciones espacio temporales que no distorsionen el lente con el que se mira. Asimismo, no se trata de puntos de enunciación sin un rigor de análisis igualmente alto a la universal, sino de unas epistemologías y unos focos de posicionamiento críticos y autocríticos.
Así bien, las luchas que han tenido lugar a lo largo del tiempo en la historia sobre lo que es y lo que no es conocimiento, son en efecto, luchas sobre como ver (Haraway. P. 333) Y a esto responde la propuesta de Haraway, a poner fin a estas luchas por el poder sobre como ver el mundo. Sabemos de sobra que estas posturas totalizantes no solamente configuran nuestros modos de ver, sino que configuran simultáneamente nuestros modos de acción y nuestros modos de relación con lo externo, donde nos encontramos con fenómenos de tal talante como lo es la colonización del pensamiento, que da pie a concepciones de dominación y subordinación, concepciones que no marcan solamente fronteras conceptuales y/o teóricas, sino fronteras físicas, tangibles y hasta podríamos decirlo, geográficamente localizables.
Ahora, profundizando más en la propuesta de Haraway, es pertinente recordar, que así como se paró en la frontera opositora de la desencarnación de la vista, le apuesta enérgicamente a lo que corresponde a la encarnación de la misma. No se trata pues, de una encarnación al principio biológico, sino a su acepción más compleja, la científica y del conocimiento. Haraway propone una encarnación de la vista a partir de, como se enunció antes, la localización de los puntos de vista, dicha localización es una puerta abierta a las teorías contestatarias, y de ese modo, reales, pues son teorías y modos de construir conocimiento desde puntos de partida delimitados y por lo tanto, facticos, que a fin de cuentas responderían a las necesidades contextuales de cada espacio y tiempo. En este sentido, más que la construcción de conocimientos situados, a lo que Haraway le apunta, sería a una nueva forma de objetividad, reformulando el término y trasladándolo a escenarios donde haga las veces de la correspondencia real entre los significados y los cuerpos inmersos en la investigación y el crecimiento de conocimiento científico y tecnológico.

Conclusión: Epistemologías del reconocimiento.
Para concluir, resulta interesante la relación que Haraway plantea en el concepto de objetividad. Si bien nos muestra una faceta de este concepto, como un concepto fuera de todo alcance contextual o circunstancial, es realmente un punto clave para pensar y reflexionar sobre los modos de relación entre el conocimiento y el sujeto conocedor, sin embargo, es necesario tomar esta caracterización a la luz de lo que más tarde esquematizará como objetividad encarnada, pues si bien la introducción de esta resignificación del concepto, pone en tela de juicio lo que se asume como conocimiento y la misma objetividad, saca muchos otros temas de interés a relucir.
La localización y el posicionamiento de los puntos de vista con los que se construye y se evalúa el conocimiento en la propuesta de Haraway, plantea una nueva lógica, que desde un punto de vista personal, podría cambiar sustancialmente los modos y estrategias de investigación, no solamente a nivel científico y tecnológico, sino también social. Tomando como referencia el texto El poder y la promesa del feminismo ecológico de Karen Warren, vemos como las figuras masculinas, blancas y poderosas adoptan un rol soberano de poder sobre la naturaleza y los cuerpos marcados, en términos de Haraway, que se identifican con el reino de lo físico (Warren. P. 238)
A las mujeres, desde la postura de Warren, se nos ha otorgado un lugar que  corresponde con el terreno de lo físico mutable, características que no tienen compatibilidad con las verdades absolutas e inmutables con las que se identifica la masculinidad. A razón de este tipo de preceptos es que el sistema capitalista patriarcal se ha tomado las libertades de crear diagramas verticales de superioridad e inferioridad, donde más que la subordinación de las mujeres y de la naturaleza, se ha subordinado el conocimiento que no ostente a un poder universal de validación, o más bien, que no vaya en miras de la totalización de un conocimiento universalmente aplicable.
Para finalizar, quiero traer a colación, que estas nuevas epistemologías de las que nos habla Haraway, podrían significar una apertura al reconocimiento de comunidades y conocimientos históricamente marginados, que de ser científica, tecnológica y culturalmente acogidos, serían el inicio de la difuminación de las fronteras de opresión.

Bibliografía:
Haraway. D. 1995. “Manifiesto para ciborgs: Ciencia, tecnología y feminismo socialista a finales del siglo XX”. En ciencia, ciborgs y mujeres. La reivindicación de la naturaleza, Madrid: Cátedra.
Warren. K. 2004. “El poder y la promesa del feminismo ecológico” Naturaleza y valor, una aproximación a la ética ambiental. Comp. Margarita Valdés. México D.F. UNAM.



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