martes, 28 de julio de 2020

Sistematización de Diarios



En el transcurso del seminario, y concretamente, durante la realización de mis diarios, experimenté una serie de emociones que más que ser constantes, siempre los relacioné con distintos conceptos que de hecho se manejaron en los contenidos desarrollados en el curso. Para empezar, en mi primer diario, la emoción que más me embargó fue la de incertidumbre y miedo. En mi segundo diario logré describir un sentimiento distinto, que fue la reconciliación conmigo misma. Mi tercer diario fue una expresión de la rabia y la indignación. El cuarto lo escribí mientras experimentaba la sensación de un equilibrio un poco torpe en el modo como estaba resolviendo mi vida. En el quinto expresé la nostalgia de sentirme aislada de todas las personas que amo, y para finalizar, el sexto fue en cierto modo una manifestación de ira, pero no una ira ciega, sino más bien, una resignificativa, lo que me recuerda un poco a la consigna “La digna rabia” que por cierto arengué durante la marcha Trans del 5 de julio.

Aunque las emociones que desarrollé en cada diario no son las mismas, no son muy distantes, y todas giran alrededor de un par de conceptos que me han hecho reconsiderar y deconstruir mucho de mí misma, como también, aprender y aprender mucho en concomitancia con los contenidos del seminario, pues, aunque a veces cuesta trabajo enlazar la vida personal con la académica, este no fue el caso para mí. Este seminario, más que ser o significar un logro académico en mi recorrido por la carrera, fue un punto clave de consolidación de mis posiciones políticas, personales y éticas, que independiente de su carácter académico, tuvieron un efecto, valga la redundancia, afectivo restaurador de mí misma como mujer de derechos, como mujer que siente, como sujeta política, como amiga de mis amigas, de mi hermana, de mi mamá y sobre todo de mí misma. Por esta razón, es que no puedo ver el seminario solamente como una materia más registrada en el Sigan.

Los conceptos en los que más identifico mis emociones y pensamientos manifestados en los diarios son, libertad, cuerpo, mujer y violencia. Estos, aunque no encasillo uno por uno según el diario o el sentimiento experimentado en cada uno, se debe a que en todos, en distintas medidas estos conceptos se hicieron presentes, es decir, son transversales a mi experiencia en cada episodio relatado.
Libertad: asocio este concepto primordialmente al diario uno y al sexto, pues, aunque en el primero, lo que más experimente fue la incertidumbre, el miedo y la ansiedad, sentía que eran emociones propias de la experiencia de salir sola y a tientas al mundo de la independencia.  Ciertamente, aunque la palabra independencia suele elogiarse mucho y relacionarse con la realización de sí mismas, en mi caso, no fue una decisión voluntaria. Yo no salí del nido, en palabras de mi mamá, por decisión propia o por la convicción de sentir que era el momento de partir, este, para mí fue un acontecimiento violento a nivel psicológico. De un momento a otro perdí la pequeña estabilidad que tenía, y no fue fácil levantarme de eso, por esto, el concepto de violencia hizo su presencia en este episodio, y por ello, me refiero a estos conceptos, como conceptos transversales a mi experiencia.

Ahora, tal como lo mencioné con anterioridad, el concepto de libertad también lo asocio al último diario, pues, aunque ya no estaba en la cumbre de la ansiedad y la desesperación, estaba en pleno momento de hacer uso de mi derechos de exigir, y no solo de exigir sino de reconocer todo aquello que me  pertenece por derecho, y asimismo, todo aquello con lo que hoy cuento y no contamos las mujeres y los cuerpos marginalizados. A esta experiencia aúno el concepto de cuerpo, pues en este caso lo que intentaba hacer ver en la/mi protesta era esto, mi cuerpo y el cuerpo de mis compañeras violentadas por el estigma cargado de prejuicio sobre nuestros cuerpos.

Me reconozco como mujer, y hasta me resulta extraño el concepto, porque es muy amplio y muy complejo, tanto así que mi sola experiencia, no es suficiente para caracterizarlo. Sin embargo sí, me identifico como mujer y como cuerpo de mujer, mujer sexuada, mujer con derechos sobre sus procesos sexuales y reproductivos, y también, como mujer ciudadana, con derechos y con luchas justas por su dignidad y la dignidad de todas las mujeres a su alrededor y del mundo. Sin embargo, sabemos que ser mujer, que identificase como tal, es también saber que hay violencias particulares que me afectan y nos afectan en tanto nos identificamos como mujeres, pues, jamás va ser lo mismo ser hombre que ser mujer.

Así bien, las preguntas que me surgen a partir de los conceptos que he mencionado, son ¿Cómo sentirse libre siendo mujer? Y ¿Qué hace que unos cuerpos sean susceptibles a la violencia y otros no? Para dar respuesta a esta pregunta, me parecer pertinente mencionar a Donna Haraway, una filósofa, que por cierto no es solo filósofa, que ha realizado un trabajo muy interesante sobre el papel de las mujeres y en concreto, sobre los cuerpos marcados al interior de ejercicios de poder opresores y violentos, perpetrados y justificados bajo discursos científicos totalizantes y hegemónicos, que por otra parte, se irresponsabilizan de las consecuencias silenciadoras y excluyentes de sus discursos.
En lo personal, dado que tuve la oportunidad de leer ampliamente a esta filósofa, me place decir que me encuentro de acuerdo con muchas de sus nociones y de su propuesta para una teoría científica incluyente y responsable, que no opaque, que no parcialice y sobre todo, que no violente a ningún grupo ni humano ni no humano. Haraway explica muy bien la cuestión concerniente a la marcación de los cuerpos, que por el hecho mismo de ser marcados, son los cuerpos escogidos para ser dominados y violentados en favor de una élite patriarcal, militar, capitalista y científica, que por el hecho de ser élites, queda claro que ostentan a una aprobación mundial de sus métodos, posiciones y prácticas.

Intento establecer una relación entre el concepto cuerpo, que es uno de los que más siento presente en mis diarios, y el contenido visto en el seminario. Pues, para mi la experiencia concreta en el curso, siempre estuvo aunada a mi experiencia personal, en este sentido, encuentro la lectura, no sólo de Haraway, muy a propósito de mis intereses y mis sentires, sino también la lectura de Rosi Braidotti en Metamorfósis, texto del cual recuerdo un pasaje interesante, y es la maternidad como uno de los más notables lugares de captura de las mujeres (p. 40) Aunque en mis diarios, no hablo de la maternidad, considero que esta, al tener su lugar en el ámbito corporal de las mujeres, me resulta útil para expresar que el cuerpo de las mujeres, siempre ha sido considerado, en mis palabras, el territorio de disputa del patriarcado, donde la disputa se traspasa de un interés a otro, pero siempre responde a un interés de dominación. Es el territorio donde los sueños y deseos del patriarcado se hacen realidad, deslegitimando toda opinión o todo ejercicio de poder de las mujeres sobre sus propios cuerpos.

Sin embargo, encuentro importante resaltar que aunque escribo sobre el cuerpo de las mujeres y sobre las mujeres, esta problemática de marginalización y marcación de los cuerpos no recae únicamente sobre nosotras, sino también sobre la generalidad de los cuerpos excluidos, sin embargo, una característica que si es compartida entre las mujeres, sus cuerpos, y los cuerpos marcados en su generalidad, es la feminización que se adjudica a los cuerpos que no son escuchados ni respetados. Considero que aunque hay varias razones para que un cuerpo sea marcado y excluido dentro del sistema capitalista patriarcal, estos cuerpos invisibilizados, suelen asociarse con una feminidad débil, pasiva y paupérrima. Personas de escasos recursos, personas de color, personas con diferentes identidades sexuales y de género, la naturaleza, los animales y demás, son los principales blancos de la exclusión ejercida por el sistema hegemónico capitalista y patriarcal, donde la exclusión, desde mi punto de vista, no se da por el simple ejercicio de retirar determinados grupos del debate sobre sus cuerpos y sus derechos en el presente, sino que son vetados en toda esfera temporal, pasado, presente, futuro, de ejercer sus derechos.

Para finalizar, quiero expresar que este seminario, me sirvió de terapia para sobrellevar un poco más la vida en estos momentos de encierro y angustia. Los contenidos que manejamos lejos de ser ajenos a los interrogantes que me formulo, me sirvieron para ampliar el panorama y considerar nuevas posibilidades de acción y resistencia al sistema y a la cultura que justifica la violencia como una característica natural del comportamiento humano. Porque estoy cansada de ese discurso, estoy cansada de escuchar que no tengo más opción que resignarme a ser eternamente violentada, y a parte a felicitar a todo aquel que no me violente tanto. También encuentro de gran provecho este espacio en la medida en que de alguna manera me llenó de fuerza para seguir exigiendo, pues para mí siempre fue complicado asumir, asumir la vida y asumir mis propias luchas. Ser consciente de que puedo aspirar a construir lazos, vínculos y relaciones afectivas con mi entorno, y reconocer en él no solo un carácter humano, sino saber que puedo ser amiga del cielo, de mi gata, de las plantas, del planeta. Termino este seminario y empieza una nueva etapa en mi vida, pero esta vez se trata de un cambio que sí elegí, que si quise y que pienso sostener.

Le agradezco este espacio a todos y todas mis compañeras, incluyendo a la profesora. Pues aquí pude notar el gran potencial que tenemos todxs como docentes en formación y como seres que se construyen y construyen a los otros. Me sentí acogida, me sentí tranquila de expresar lo que sentía en todo momento sin temor a recibir una opinión agresiva por parte de algún participante. Por eso, les agradezco gigantemente, y más que nada, porque me sentí autónoma y me demostré que si podía. De esta manera, respondo y me respondo, ¿Cómo sentirse libre siendo mujer? Es difícil responder esto, pero recordando a Haraway y la dinámica del seminario, pienso que una puede sentirse libre a partir de la expansión de nuestros lazos, desterritorializándolos de la convencionalidad de los vínculos que se suelen construir. Ser mujer no es fácil, mucho menos en Colombia y muchísimo menos en pandemia, pero en este compartir de experiencias, y extensión de los afectos, encuentro esa libertad, que no es fácil de lograr y ciertamente no todas estamos en condiciones de construir, pero si es una alternativa y un modo de supervivencia que reivindica nuestra sensibilidad, nuestro proceso de construcción y desconstrucción, y nuestro ser mujer.

Les comparto esta canción, que seguramente muchos y muchas ya conocen, pero lo hago con la intención de animarles e invitarles a recorrer un poco más los caminos salvajes y disfrutarlo. Pues ser uno o una misma y defenderse de las críticas y los estigmas en esta cultura y en este sistema, casi siempre supone un reto. 



2 comentarios:

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  2. Alejandra, muchísimas gracias por compartirnos estas reflexiones. Creo que encarnan justamente lo que hemos leído, comentado, lo que nos une y nos permite tener esperanza en un mundo devastado. Está lleno de filosofía, de una voz fuerte, libre, llena de corporalidad y materialidad, pero también con las alas abiertas para soñar mundos posibles que nos han sido arrebatados violentamente. Nunca nos podrán quitar esa capacidad de resistir, y es muy bello ver que la palabra pueda ser un lugar de emancipación. Muchas muchas gracias de nuevo, tus aportes me dan fuerza para seguir intentado, a contracorriente y contra todo pronóstico, despatriarcalizar la filosofía y la academia.

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